Es conmovedora la parte en que describe la terrible inmoralidad de la vida actual. Bien la conoce el autor; convivió con ella. Todos se odian, todos roban; egoísmo, podredumbre, sangre por doquiera, escribe Papini. Por todas partes la idolatría: se adora al ídolo de la violencia, del dinero y del dinero y de
Hemos desterrado a Cristo porque era demasiado puro para nosotros. ¡Le dimos la espalda porque era demasiado santo apara nosotros! ¡Le hemos crucificado, le hemos condenado, porque su rectitud condenaba nuestra vida pecaminosa!
Ahora, cuando hemos llegado ya a la descomposición, ahora vemos, ahora sentimos la falta que nos hace. Sentimos nostalgia de verdad y de rectitud.
El que tiene hambre, desea pan… Pero eres Tú quien le haces falta.
El que tiene sed, implora bebida… ¡Esta sediento de Ti!
El enfermo suspira por salud… ¡Te necesita a ti!
El que busca lo bello en el mundo, sin saberlo siquiera…, te busca a Ti, Hermosura eterna.
El que busca la verdad, no lo sabe, pero te busca a Ti, Verdad eterna.
El que desea la paz, está sediento de Ti, el único en quien puede encontrar su tranquilidad el corazón turbado.
Cielo y tierra. Bienestar y desgracia, alegría y sufrimiento, el hombre que llora y el hombre que goza, todos claman por Ti, dulcísimo Cristo.
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