Entre los hombres, todo habla de amor, grita amor, canta amor, llora amor. En nombre del amor, trabajan, sufren toda su vida, se abrazan o se pelean, dan la vida o matan ¿No es acaso la historia humana una impresionante búsqueda de amor, sembrada de maravillosos éxitos y de monstruosos fracasos?
Es cierto que la aspiración más profunda del corazón del hombre es el deseo de amar y ser amado, puesto que, en el pleno sentido de la palabra, su razón “de ser” es el AMOR: ha sido creado por amor, y para el amor y sólo en el amor puede desenvolverse. Pero existen múltiples confusiones sobre el amor, Esta palabra mágica, repetida a troche y moche, encubre formas de vida tan alejadas unas de otras como lo blanco y lo negro, la vida y
El hombre con harta frecuencia, no sabe amar; cree amar y no hace sino quererse asi mismo. A lo largo del camino que lleva el amor, muchos se detienen seducidos por los espejismos del amor:
- Si te “emocionas hasta las lágrimas” ante un sufrimiento,
- Si sientes palpitar fuertemente el corazón ante tal o cual persona, esto no es amor sino sensibilidad,
- Si te “dejaste prender” en su poder pacífico o en su encanto,
- Si, seducido, “te abandonas”, no es amor sino una rendición.
- Si, turbado, te extasías ante su belleza y la contemplas para gozar de la misma,
- Si su espíritu te parece distinguido y buscas el placer de su conversación, no es amor sino admiración.
- Si quieres a toda costa conseguir una mirada, una caricia, un beso.
Amar no es sentirse emocionado por otro,
sentir afecto sensible por otro,
abandonarse a otro,
admirar a otro,
desear a otro,
querer poseer a otro.
Amar, en su esencia, es entregarse a otro y a los otros.
–– Amar no es “sentir”. Si esperas sentirte empujado al amor por la sensibilidad, amarás a pocos, en la tierra... y a buen seguro, no a tus enemigos. Amar no es un paso instintivo sino la decisión consciente de tu voluntad de ir hacia los otros y entregarte a ellos, como lo hizo Cristo Jesús. Amen.
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