No tenemos de qué quejarnos del Cristianismo. Setenta generaciones no puntúan en una Iglesia que es eterna. ¿Qué los cristianos de la sociedad occidental – están en crisis?... Tal vez sí; pero el Cristianismo no está en Crisis. Está vivo y joven.
Es verdad que al contemplar el despegue del Tercer Milenio emergen ante nuestros ojos las vidas de algunos cristianos “en crisis”, sus almas me recuerdan los horrores de los campos de concentración y o a las victimas inocentes de la violencia mexicana. Ha estallado en su corazón el explosivo del formidable poder destructor... ¿Quién lo ha lanzado? Una mano negra se esconde entre los años de las últimas décadas del siglo XX. Tiene los símbolos grabados: el de los anti-teos y el de la masonería cobarde.
Pero también he recordado que sólo hay un poder capaz de reconstruir estos daños, de sanar estas heridas y de inyectar dosis de vida divina en las oscuridades de estos tiempos. Sólo el Cristianismo posee esa fuerza omnipotente que nació en Cristo, y sigue creciendo pujante como hierba buena, hasta que llegue el momento de la siega.
Hemos despegado ¡sí! y todos somos testigos desde las alturas del siglo XXI de la lucha santa de los Cristianos: ¡ tiene un nuevo vigor!. Ha vuelto a soplar el viento endinamizador. El Espíritu ha lanzado sobre el planeta un nuevo huracán que hincha las velas de la Iglesia de Cristo. Sus intensas corrientes se desplazan desde el hemisferio sur hasta el norte, desde oriente hasta occidente encendiendo, renovando y transformando a todas las almas de jóvenes que encuentran a su paso. El aire fresco con aromas divinos comienza a despertar conciencias dormidas. Estas corrientes vivificantes inundan los ambientes calcinados por las guerras y esterilizados por el hedonismo.
Desde el centro del Huracán el anillo del pescador bendice los brotes jóvenes de la viña. Aunque no lo creas, la viña está viva: no muere ni morirá jamás. El Poder sin límites hace brotar vocaciones al sacerdocio, a la vida religiosa y al estado segar consagrado. Nuevos institutos religiosos dejan atónitos con su eclosión en el seno de la Iglesia a los pesimistas.
Ellos, los nuevos jóvenes testigos de Cristo comienzan ya a ser en medio del mundo y dentro de la iglesia una inyección intravenosa en el torrente circulatorio la sociedad. Una inyección de luz.
Dios tiene una característica, un atributo que muy pocos se detienen a considerar: es OMNIPOPERFECTO; en Él no hay planes sin realizar, no hay proyectos comenzados sin terminar, no... “Todo está cumplido”. Lo que inicia lo termina. Por esto me atrevo a decir que estas próximas décadas son una procesión hacia la edad de fuego. El Espíritu continuará enviando juventudes. Suceda lo que suceda, la fuerza del Viento Divino no menguará. Las corrientes lumínicas triunfarán, las tinieblas no podrán vencer. El fuego victorioso de Dios procedente de Cristo en la Cruz y de su Padre Celestial se extenderá por todas partes.
El evangelio ha comenzado a proyectar su mensaje en los hombres del siglo XXI, un mensaje que es aliento para los tímidos, fortaleza para las tambaleantes, roca fuerte para los santos de hoy y del mañana y esperanza de cielo para todas los valerosos.
Me dirás un ¡momento! ¿Por qué tanto optimismo? ¿Por qué hay Cristianos que piensan así? Te respondo: Porque creemos con fe firme en aquél que dijo “las tinieblas no prevalecerán”. Creemos a aquél que dijo “Y la luz brilla es las tinieblas, y las tinieblas no la pudieron asfixiar”. Creemos en el triunfador eterno, que brilla omnipotente sobre todos los siglos, cuando nos dice: “Yo soy el Alfa y el Omega. El que vive. Estuve muerto pero ahora estoy vivo por los siglos de los siglos...” Creemos en Cristo que es Dios y Dios “Pantocrator” :todopoderoso, que es el mismo ayer y hoy y por los siglos de los siglos. Creo en las promesas que ha hecho en su paso por la tierra. Él dijo que nos enviaría un abogado, “el Espíritu Santo”. Su misión: darnos fortaleza en tiempos de languidez, alegría en tiempos de tristeza, fuerza para interiorizar la verdad en tiempos de apostasía.
Y creemos en que las crisis del último siglo y de todos los siglos (y la de estos tiempos) encontrarán su solución en las alturas. Contamos con su ayuda y fuerza poderosa “Yo estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos”. Nuestros días son un trozo de estos siglos pero El está todo entero con nosotros. La luz de Dios, el Fuego divino y divinizador está con nosotros para despertarnos de nuestras crisis.
El Evangelio de San Lucas en el Capítulo XII marca la hora de la salvación “Fuego he venido a traer a la tierra y ¿qué mas quiero sino que arda?” Fijémonos bien; no dice: “que ardiera” sino «que arda»…ahora es el momento de incorporarnos a la procesión hacia la era del fuego, la procesión de los testigos de Cristo.
No caminaremos en estas décadas hacia una nueva edad media sino que marcharemos ya como una nueva cristiandad que sale del sepulcro hacia una Edad de Fuego, sin períodos tenebrosos ni menguas en el esplendor…”¡Y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron!”. Pedro y Pablo nos preceden, tras su sombra de santidad la muchedumbre de beatos, mártires y vírgenes, guían nuestros pasos.
Es la hora para los ti joven, no es posible descuidarla. Con toda razón nos diría S. Agustín a cada uno de nosotros que formamos parte de ella: “Teme a Dios que pasa y no vuelve”. La procesión hacia la Edad de fuego sólo pasa una vez. No la dejemos pasar.
Cristiano o no Cristiano, tal vez ateo o agnóstico que lees este blog, ¡Es tu hora de levantarte! Sí, cuentas con la fuerza que sana paralíticos, que da luz a los ciegos y sacia la sed de la samaritana. Y por si fuera poco con la energía y pasión de que Dios colmó a S. Pablo.
¡Ánimo! es tu hora. Momento de llenar de luz todas las sendas de este mundo, todas las almas. Momento de habitar en la verdad y dejar que Ella habite en Ti y obre en Ti Que te haga un hombre-Luz-Testigo que tiene su antorcha ya para incorporarse a la procesión santa.
Escucho a los primeros cristianos, a nuestros héroes de hace 20 siglos, ¡veinte centurias y no puedo sino repetirte con santo entusiasmo con Tertuliano: “Somos de ayer y hemos llenado toda la tierra” Nosotros somos de hoy y llenaremos la tierra de luz. Sí, la encenderemos con la Antorcha de la Fe que nos ha sido dada por los últimos santos y mártires.
Escucho a San Clemente de Alejandría: “El Reino de los Cielos no pertenece a los que duermen y son indolentes, sino a los que luchan contra sí mismos”
Y a Santa Teresa: “Mientras mas peleares, más mostrarás el amor que tienes a tu Dios”
Escucho a nuestro Santo Padre que nos recuerda: “El amor no pasa… El amor se adquiere con la lucha interior”.
Nunca ha sido fácil el camino de algo valioso. Tienes un lugar en la procesión hacia la edad de fuego. Tienes una antorcha, tienes la fuerza divina y la Luz. ¿Lucharás contra tu indolencia? ¿Mostrarás el valor y valentía de vencerse a sí mismo? ¿Te decidirás a ser Testigo de Cristo viviendo tu discipulado y tu misión?
La antorcha de la fe nos ha sido dada no para deleite de nuestros ojos, sino para encender las antorchas de los demás jóvenes. Pero a menos que ardamos y estemos encendidos por la Causa divina, la onda glacial del ateísmo asolará la tierra.
Cuando venga Cristo ¿Te encontrará encendido en su luz?, ¡Déjate purificar por el viento del Espíritu Santo!, ¡Ven, Espíritu Santo, y envía desde el cielo un Rayo de tu Luz!
¡Quema nuestras crisis y haznos Testigos de Cristo!¡Discípulos y misioneros hoy!
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